Recorrido por el pasado gomellano
El día 11 de agosto del 2016 realizamos la caminata anual en compañía de los amigos de Tubilla. Este año tocaba que ellos vinieran a Gumiel, y para ello elegimos lo que creíamos el mejor itinerario que combinara naturaleza, cultivos, arte, geografía e historia, en definitiva nuestro pasado gomellano.
El itinerario y algo de historia
El recorrido elegido fue el que habitualmente llamamos «de las fuentes» porque se visitan los principales manantiales que surten de agua a Gumiel. En el camino pueden contemplarse todavía los restos de dos iglesias que pertenecieron al despoblado de San Martín de Tremello, o los Tremellos, finalizando la visita en la ermita del Cristo de Reveche, para retornar al pueblo vega de Nandearroyo abajo. En total calculamos unos 12 kilómetros y un tiempo estimado de 4 horas con pequeños descansos.
Tras la preceptiva foto en la plaza, salimos en dirección al camino de la Virgen del Río, cuya ermita data del siglo XVII, época en la que los pueblos de la Ribera comenzaron a expandirse fuera de sus murallas y núcleos urbanos, en los que se encontraban embutidos, con construcciones religiosas, normalmente dedicadas a los patronos. Junto a estas ermitas se formaron núcleos de recreo y descanso que todavía hoy son utilizados por los lugareños en diferentes romerías y festejos.
Pasada la ermita de la Virgen, tomamos el camino de la izquierda y cruzamos el río Puentevilla, el de la derecha conduce, paralelo al río, directamente a Villalbilla. La mañana está fresca, pero se camina bien, junto al río los primeros rayos de sol arrancan vapor al rocío mañanero. Caminamos entre viñas, ya hay alguna zarza con moras adelantadas, entramos en el valle de San Martín, en cuyo horizonte, al norte, se puede adivinar la silueta de las ruinas de su iglesia.
Aquí conviene hacer un descanso en la narración y recordar algo de historia, aunque sea de forma muy somera. Estamos en el siglo X, el conde Fernán González, primer conde de Castilla, lucha para consolidar al norte y al sur del Duero las tierras conquistadas a los musulmanes; construye para ello una línea defensiva de castillos, fortalezas y puntos fuertes a ambos lados. Cada punto defensivo solía ir acompañado de un convento o monasterio, y los monjes arrastraban tras sí a distintos colones que fueron repoblando y cultivando las tierras que iban consolidando el territorio.
La amplia área situada al noreste del núcleo urbano de Gumiel es propicia para este tipo de colonización. Formada por pequeños valles que van de norte a sur, abunda en agua a la vez que está flanqueada por pequeñas elevaciones del terreno para facilitar su defensa; no debe extrañarnos, por tanto, que se estableciera aquí un monasterio, el de San Lorenzo, y dos pequeños núcleos de población: Tremello y Reveche.
Santa María de Tremello
Lo primero que visitamos, subiendo un empinado camino a mano derecha son las ruinas de la ermita de Santa María de Tremello. Orientada como la mayor parte de las iglesias, con la cabecera al este y la puerta a mediodía, todavía puede apreciarse el hueco dejado por esta, marco idóneo para hacerse las primeras fotos de recuerdo. La situación en alto no es casual, pues la iglesia, en este caso la ermita, solía ser uno de los puntos más fuertes de las poblaciones, y lugar idóneo, en cualquier caso para establecer desde allí las defensas.
Aparte de las ruinas que se mantienen en pie, nos queda en el museo una imagen románica de la Virgen que venimos denominando Santa María de Tremello, talla valiosa que ha sido expuesta en distintos certámenes de ámbito internacional.
La vista desde el alto de Tremello merece la pena, ya que se domina un amplio territorio.
Abajo, en el valle, se han quedado las viñas y ahora en lo que fueron tierras de pan llevar, hoy unos raquíticos girasoles pugnan por dejar su huella vegetal en el páramo. «Con este panorama, ¿cómo nos va a dar retornos la cooperativa?», se oye algún comentario, pero alguien comenta también que en otro tiempo se cogieron por allí algunas fanegas de trigo, que la tierra hay que trabajarla y abonarla. Por lo demás se bromea con que parece que estamos evaluando la cosecha de girasoles, algo que no debe extrañarnos pues en su tiempo ya dijimos de adoptar al girasol, dada la abundancia en nuestros caminos, como emblema de nuestras marchas.
Fuente la Enebra
Seguimos nuestro camino para llegar, abajo en el valle, hasta Fuente la Enebra. Antes de llegar y descender de la loma, podemos apreciar el resultado de una de las últimas actuaciones de la mano del hombre en el paisaje gomellano, se trata de la mancha verde de los viñedos de la bodega Basconcillos en el Monte Arriba, finca que los lugareños han dado en denominar Falcon Crest. En otro tiempo estas eran también tierras de cereal, pero hoy la extracción de agua del subsuelo ha permitido la plantación y mantenimiento de la viña.
Las casetas de captación del agua de Fuente la Enebra aparecen entre carrizos, carralizos decimos en Gumiel, y espadañas. La charca que se formaba con el agua sobrante, y donde en tiempos se criaban buenos berros, está hoy cegada.
La traída de aguas a Gumiel, según investigación en curso de Pedro Ontoria Oquillas [*], fue impulsada por Florentino Nebreda Nebreda (1886-1936), natural de Villanueva, que ejerció como maestro en Gumiel en los años 20, y fue alcalde de 1924 a 1929. De su paso por las escuela gomellana ha quedado algún testimonio perdido en alguna de las vías sacras[1] que como trabajos escolares se realizaron entonces. El mantenerse leal al gobierno legítimo de la República en julio del 36 le valió la ejecución en agosto de ese mismo año. Personaje, como tantos otros, injustamente olvidado, y al que debemos que en Gumiel pudiéramos disfrutar de un agua más saludable, al menos algo menos caliza, que la de los pozos de los que se surtía hasta entonces la población.
San Martín de Tremello
Siguiendo nuestro camino, pasamos por la vadera unos metros más arriba en el curso del arroyo y volvemos hacia el oeste para llegar hasta San Martín. Allí, volvemos a encontrarnos con las ruinas de lo que fue la iglesia del poblado dedicada a San Martín, de ahí la denominación, San Martín de Tremello, con el que se conoce hoy en día este pago.
Las casas del poblado debían agruparse en torno a la iglesia, de la que hoy solo quedan algunos paños de sus paredes. Como la ermita anterior ha sufrido un gran expolio a lo largo de los siglos, una vez abandonado el pueblo. Con mucha probabilidad sus piedras se fueron aprovecharon para la construcción de corrales en los alrededores y más de una llegaría hasta el pueblo para reforzar, o simplemente decorar, las casas particulares del pueblo.
Tremello aparece mencionado en numerosas ocasiones en la documentación del monasterio de San Pedro de Gumiel, por lo que este monasterio debía tener intereses tanto de bienes como de personas en el despoblado. Nobles con el apellido Tremello, y con toda probabilidad provenientes de la zona, aparecen en numerosos episodios de la Edad Media. Más tarde esta aldea fue un beneficio adscrito a la parroquia de Gumiel y tras la desaparición del diezmo pasó a integrarse plenamente en Gumiel de Izán. En el siglo XIX ya había desaparecido completamente sus casas quedando solo en pie su iglesia.
De la razón de su desaparición no tenemos ninguna noticia, ni tan siquiera a nivel de leyenda popular, y en cuanto a los tesoros artísticos relacionados con esta iglesia tenemos la imagen de San Martín y una tabla pintada con la imagen de la Inmaculada, encontrada en 1965. La primera está todavía en el museo, pero la segunda fue robada junto con otras piezas en 1985 no volviéndose a tener noticias, ¡apenas 20 años entre nosotros!
Ante el hueco de lo que debió ser la puerta de la iglesia que daba al norte, nos hacemos una nueva foto de familia y aprovechamos para hablar un poco de la cuesta de San Lorenzo, que tenemos delante, y de lo que fue su monasterio y las leyendas que nos han quedado.
La cuesta San Lorenzo
La cuesta San Lorenzo tiene forma de balaguero (alargada) y es el punto más alto de la Ribera del Duero (984 metros)[2], ganándole por algunos metros a la cuesta Manvirgo (941 metros), en las cercanías de Roa, que curiosamente también muestra la misma forma alargada. En lo alto existe un hito geodésico, estando las piedras de lo que fue su monasterio completamente cegadas.
La visibilidad desde lo alto en los días claros es magnífica. Una broma para incautos habitual entre los propietarios de las tierras de sus laderas hablaba de que era posible ver cómo una picaza, que tenía el nido en la cuesta de Llano[3], amamantaba a su polluelos. La imposibilidad biológica del hecho junto a la exageración no dejan de ser un indicativo de la visibilidad de este punto.
No debe extrañarnos que aquí se situara entonces un monasterio de benedictinos, dependiente del monasterio de San Pedro de Arlanza, y que aparece ya en la documentación de las donaciones del rey Fernando I a este monasterio (1042). Hoy de sus ruinas no queda nada, sepultadas por algunas capas de tierra, pero algunas catas realizadas hablan de vestigios visigóticos, por lo que el monasterio se levantaría sobre otro anterior.
La cultura popular de la zona habla de una cierta rivalidad entre los dos conventos gomellanos, el de San Pedro, que era el de los ricos, con sus huertas y tierras de regadío, y el de los de San Lorenzo, más pobre, pues solo contaba con tierras de secano. Sin embargo, las mismas fuentes aseguran que en realidad lo que ocurría es que el monasterio de San Lorenzo era el retiro de castigo para los monjes del convento de San Pedro, existiendo una senda que comunicaba ambos conventos, y en cuyas márgenes no crecía nada de lo transitada que era.
Leyendas de otro orden, compartidas por los tres pueblos Gumiel, Oquillas y Villalbilla, hablan de la existencia de una gallina que ponía los huevos de oro, gallina que nadie ha encontrado, aunque hay quien asegura que alguna familia halló el nial con algún huevo todavía en él.
Mucha más expectación y fantasía despierta la existencia de la entrada a un subterráneo o bodega, hoy cegada, en cuyo fondo se oyen ruidos extraños, probablemente provenientes de una corriente de agua. Hay quien asegura que ha conseguido entrar y otros, por el contrario, no haberlo logrado, pues en unos casos se encontraban con una fuerza desconocida que los echaba para atrás, y en otros, habérseles apagado, nada más entrar, luces y candiles. En Oquillas, algo más realistas, afirman que tiraron una vez la colodra de un pastor y que apareció varios kilómetros abajo en algún lugar de su término municipal.
Manantiales
Dejamos San Martín no sin visitar antes su manantial, de donde en la actualidad se toman las aguas para abastecer a la población gomellana. De lo que sobra todavía se forma buen riachuelo.
De camino hacia Reveche visitamos la pequeña arboleda de Fuente la Calva, manantial de aguas finas, del que en su tiempo se hizo la toma para abastecer a la estación del ferrocarril de la localidad.
Reveche
Ya en Reveche volvemos a pararnos para explicar que la ermita que vemos hoy, ampliada y reparada en distintas épocas, fue en su origen una sencilla ermita románica, último testigo, según algunos autores, del llamado románico del Esgueva, formado por las interesantes ermitas e iglesias, en algunos casos auténticas joyas singulares del románico, situadas a lo largo del río Esgueva, que discurre algunos kilómetros más al norte.
De la construcción primitiva se conserva el ábside, con interesantes canecillos, la portada de arquivoltas y una pila bautismal. Las paredes del presbiterio aparecen decoradas con motivos florales, aun pendientes de estudio.
En el plano de las anécdotas, Joserra nos informa de la última actuación para la reparación y consolidación de la torre, que acumulaba alguna tonelada de escombros de reparaciones anteriores, consolidación de suelo y barandillas. La actuación se ha llevado a cabo gracias a la colaboración de los ayuntamientos, las parroquias y voluntarios.
¿De quién es Reveche?
Entramos aquí, una vez más, en el terreno de las leyendas. Reveche fue otro despoblado, cuyo núcleo debió estar en la ladera sur, donde aún se conserva alguna traza en las parcelas resultantes. Allí mismo hay otra fuente y nace un pequeño riachuelo que se conoce como el río del Cristo. Ontoria Oquillas (1990: 34) dice que en 1521 tenía siete vecinos y en 1690 estaba ya despoblado. ¿Qué pasó entre esos años?
La tradición popular habla de una epidemia —otros atribuyen su desaparición a la francesada, totalmente improbable dadas las fechas— que diezmó la población hasta el punto de quedar solo una niña. Esa niña caminó hasta Oquillas y es por ello que Reveche pertenece eclesiásticamente a la parroquial de Oquillas, pero administrativamente a Gumiel de Izán. ¿Y Villalbilla? Villalbilla sabe que tiene algo que ver, aunque siempre se han considerado invitados de los de Oquillas en la romería anual que se celebra allí a mediados de junio, San Quirce.
Ese día, las comitivas de Oquillas y Villlabilla, acompañados de estandartes, cruces con flores y otras insignias, y presididos por sus respectivos párrocos acuden en procesión a la ermita juntándose en el puente de la vía. El párroco de Oquillas, que es el anfitrión, se quita la capa y se la ofrece al de Villalbilla, que la recibe para presidir los actos solemnes que tienen lugar a continuación, principalmente la misa. Los pendones y emblemas de ambas comitivas se entrecruzan en señal de amistad.
A la caída de la tarde, y tras el rezo del rosario, se celebra la ceremonia inversa, devolviéndole la capa el cura de Villalbilla al de Oquillas. En este punto, la tradición popular habla de que hubo un cura de Villalbilla muy ocurrente que al devolverle la capa le dijo a su compañero: «Tómala, tómala, que quien en la calle se viste, en la calle le desnudan».
Reveche contaba con algunas imágenes de valor, un Cristo crucificado, un San Juan, una Virgen al pie de la cruz, pertenecientes a un calvario, todos ellos góticos, más otra imagen gótica de la Virgen sedente, a la que la tradición popular denominaba Santa Rosa por llevar una rosa en la mano. Por tradición esta imagen siempre se ha dicho que era de Villalbilla.
Santo Cristo de Reveche,
que estás en vega famosa,
y por cabecera tienes
la bendita Santa Rosa.
Algunos malintencionados sostienen que la Santa Rosa nos la bajamos los de Gumiel al museo, apropiándonosla, pero la triste realidad es bien diferente. La ermita de Reveche no se vio libre de la ola de robos que en los años 70 saquearon los tesoros artísticos de buena parte de las ermitas e iglesias de Castilla. De Reveche se llevaron la Santa Rosa y la Virgen al pie de la cruz.
En vista del peligro que corrían las otras imágenes, se bajaron al museo gomellano el Cristo y el San Juan, para poder darles mayor protección. La imagen del Cristo se vuelve a subir para cada celebración, pero el primer viaje dio origen también a otra de esas leyendas que nos hablan del apego que tienen las imágenes a sus lugares de devoción.
Cuentan que el día que fueron a bajarlo, lucía un sol espléndido, pero cuando se acercaron a la imagen el cielo se nubló de repente y se descargó un buen pedrisco. Los que habían ido se alarmaron y dejaron el traslado para otro día.
El segundo día estaba ya todo preparado, pero al que le tocaba bajarlo no se decidía a hacerlo.
—Venga, hombre, bájalo —animó el cura que supervisaba la operación.
—Mire usted, que no sé yo, que el otro día buena tormenta la que se preparó, que igual el Cristo no quiere moverse —dijo el que estaba arriba de la escalera.
—¡Venga ya! Que si hubiera querido intervenir, lo habría hecho el día de los robos de las otras imágenes —replicó el cura.
Y así fue como el Cristo de Reveche bajó al pueblo…, y como me lo contaron os lo cuento.
Referencias
ONTORIA OQUILLAS, Pedro (1990): Moenia Sacra Gumielensis (Datos históricos de Gumiel de Izán). Ayuntamiento de Gumiel de Izán.
Notas
[*] Nota aclaratoria de Pedro Ontoria (03-12-2017): En mayo de 1911, siendo alcalde don Francisco Palacios Urduñiz, se publica en el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos, la propuesta de obra y se confecciona el pliego de condiciones económico-administrativas, pero el proyecto se quedó paralizado hasta 1925 en que se reanudaron los trabajos, gracias al impulso (empeño) del alcalde don Florentino Nebreda Nebreda. En mayo de 1930, se hace entrega por parte del ingeniero jefe de la División Hidráulica del Duero de la obras ejecutadas por el contratista don Pedro Blanco al Ayuntamiento, siendo alcalde don Francisco García Arauzo.
[1] Denominamos vías sacras a los librillos en los que se recogen las canciones de la Semana Santa y otras composiciones religiosas populares.
[2] Fuente: Ministerio de Fomento: Mapa topográfico nacional de España, 346 (19-14).
[3] Distante unos seis kilómetros al sur en línea recta.
Actualización (30-08-2016): Reportaje fotográfico de Miguel del Cura en la web de Tubilla del Lago.
María del Carmen Ugarte García