Paseos amenos y culturales por los pagos de San Pedro
Os invitamos a dar un paseo cultural por los pagos de San Pedro, guiados por Pedro Ontoria y María del Carmen Ugarte.
Hacia San Pedro volviendo por San Antonio
Un paseo, en otro tiempo muy frecuentado y hoy bastante menos, es el que discurre desde el pueblo bajando hacia San Pedro o San Antonio, bordear la tapia del monasterio que linda con el monte, y volver al pueblo por el otro camino, es decir, hacer el recorrido en sentido a las agujas del reloj o bien en sentido contrario.
Si el paseo se hace en sentido de las agujas del reloj, se puede alargar cogiendo alguno de los dos caminos que van a las bodegas de Nabal o Riberalta, que también pueden merecer una visita, y si el horario es propicio, tomarse un vino en la primera, o algo más en el restaurante Castillo de Izán, junto a la segunda.
De la Tina a San Pedro
Nosotros haremos el camino en sentido contrario a las agujas del reloj, por lo que comenzamos en La Tina, junto al pilón.
Aquí es precioso recordar que en la casa que hoy es propiedad de Antonio Nuño y Rosi del Olmo, hubo durante buena parte del siglo XX un molino harinero, movido por la energía eléctrica que le surtía el molino de San Pedro, del que hablaremos más adelante.
Seguiremos carretera abajo y justo al lado de la entrada a la cooperativa del campo, y el inicio del camino de San Pedro, veremos el último de los hitos del Camino de Santo Domingo, ruta turística que discurre entre Caleruega y Gumiel de Izán, pasando por las localidades intermedias de Valdeande, Tubilla y Villalbilla. En ella unos hitos van rememorando la vida del santo, que como todos sabemos nació en Caleruega pero fue educado en Gumiel de Izán por su tío arcipreste, de ahí que con este camino se haya querido recordar el trayecto que haría el santo, desde su hogar en Caleruega al de su tío en Gumiel, vega abajo del Gromejón.
A pocos pasos a mano izquierda, el paseante encontrará resumida en el hito 37 del citado camino, la historia medieval de Gumiel de Izán: su carácter defensivo de frontera; datación probable de la muralla y castillo en el siglo X; posible nacimiento en Gumiel de Per Abbat, autor de la copia de 1207 del Cantar de Mio Cid; otorgamiento del título de villa y protección de la corona por los reyes Alfonso XI y Constanza (1326); y finalmente la sesión inaugural del Concilio de Aranda en el monasterio de San Pedro (1473).
Damos unos pasos más y la vega del Gromejón se abre ante nuestros ojos, mostrándonos el paisaje propio de ribera: campos de cereal, el amarillo de los girasoles brindan unos tonos espectaculares, la vegetación de ribera, el verde oscuro de los chopos y el verde más matizado, aquí y allá, de las viñas. Al fondo, el monte San Pedro, hacia el que nos dirigimos. Al lado del camino será fácil encontrar numerosas plantas de rosales silvestres, que proporcionarán a nuestra vista flores blancas en primavera y frutos rojos —los corales o tapaculos— al final del verano y principios del otoño. Encontraremos también plantas aromáticas, ajenjo, gordolobos, achicoria y numerosas plantas silvestres, de cuyas propiedades las nuevas generaciones nos hemos ido olvidando.
Llegamos al puente de San Pedro, de un solo ojo. Este puente alcanzaría su máximo auge en la Edad Media con el desarrollo de las comunicaciones norte- sur. Su ubicación estratégica sería una de las razones para el establecimiento del monasterio de San Pedro en sus proximidades. A lo largo de su vida, las distintas avenidas le provocarían derrumbamientos y deterioros, siendo la fábrica actual de 1647, realizada por Melchor de Bueras, Pedro Díaz de Palacios y Pedro Díaz Alvear.
En 1745 las avenidas lo volvieron a derribar, teniendo que procederse a su reconstrucción. En la actualidad el puente está restringido al tráfico de vehículos, habiéndose habilitado una vadera parte abajo de él para el paso del río.
Los restos del monasterio
Llegamos así, tomando el camino de la izquierda, y tras pasar una fuentecilla que todavía mana agua, al lugar donde estuvo el monasterio de San Pedro, y del que solo quedan unas pocas piedras, los restos de un muro, y algún microtopónimo, Los Claustros, que es como denominan sus propietarios a las tierras que quedan entre los restos del convento y el río: «Teníamos una tierra de regadío en Los Claustros antes de llegar a lo que era el molino».
Detengámonos ahora en saber algo más sobre el monasterio, según la documentación que nos ha llegado, y recordando, para los que quieran abundar en el tema que puede leerse en línea el artículo que Ontoria Oquillas escribió para Biblioteca (ver bibliografía).
Durante el reinado de Alfonso VIII (1158-1214) se construyó la iglesia románica del monasterio en forma de cruz latina, con una nave de 42 metros de longitud por 18 la del crucero, según los datos recogidos en Círculo Románico.
En 1880, Germond de Lavigne (1880: 445) aseguraba que aún permanecían restos interesantes del convento y se conservaban las paredes de la iglesia del monasterio, que era de ancha como una de las naves de la iglesia parroquial de Gumiel, aunque algo más corta. La puerta estaba al poniente, según vamos por el camino de Gumiel, y la torre al lado derecho del altar (Palacios, 1969: 99).
Parece que la torre, de la cual se conservan impresas dos fotografías del siglo XX, por los restos que quedaban en 1917 (Peláez, 1917: 139; Jimeno Vela, 1931) era, según nos comunica José Ignacio Sánchez Rivera, en correspondencia particular, una torre pórtico, pues parece entreverse un gran hueco, resultado del expolio de la portada. bajo el lienzo de la torre. Esto enlaza con que era una fundación de Alfonso VIII, el mismo monarca que fundó el Hospital del Rey en Burgos, donde también se levantó una torre pórtico que se conserva en parte, pues tuvo un derrumbe en su lienzo sur y fue reconstruido. Además se le suplementó un cuerpo al campanario en el estilo de Juan de Naveda, con arco y un óculo encima, muy frecuente en Burgos.
También es torre pórtico la de las Huelgas, que da paso a una capilla paralela al ábside principal y que también fue fundación de Alfonso VIII de Castilla. La cuestión es, ¿no serían torres gemelas esta de Gumiel con la del Hospital del Rey? Si fuera así, serían los edificios que introdujeron en Castilla la tipología de la torre-pórtico, que es de origen normando y que luego se extendería en Santa María, después colegiata de Roa y en San Mamés de Villaescusa de Roa. También se extendería a San Miguel de Palencia y ya, por tanto, quedaría como modelo para las torres de la época de los Reyes Católicos (Ledesma, Ampudia, etc).
Hoy varios hitos del Camino de Santo Domingo nos recuerdan sucintamente y en lo esencial la importancia de este convento en la Edad Media. El monasterio fue en decadencia y sus bienes salieron a pública subasta tras la desamortización en 1844.
Bordeamos lo que queda de su tapia, paños muy bien conservados que nos dan idea de la importancia del recinto, nos adentramos en el monte de San Pedro, donde podemos apreciar importantes especies de encinas (carrascas), de hoja perenne; y quejigos, que por aquí solemos llamar robles, de hoja caduca. Si observamos las hojas, y en época adecuada, podremos ver su fruto, la bellota, y las excrecencias producidas por una especie de avispa, las gállaras y gallarones, con las que jugábamos en la infancia.
En la tapia hay algunas oquedades desde las cuales se obtiene una vista magnífica del valle y de las ruinas del molino, que como hemos dicho antes proveyó de luz durante algún tiempo al pueblo, y más tarde al molino de La Tina. En lo que a molinos se refiere, hay que recordar que el monasterio fue propietario de dos molinos sobre el Gromejón, y alguno más en los pueblos de alrededor.
San Antonio y vuelta al pueblo
La tapia hace un ángulo recto con un cubo perfectamente conservado. A su lado, y bordeando el monte, camino de San Antonio, se extiende una extensa plantación de viñedo, propiedad de Riberalta.
Llegamos a las inmediaciones de San Antonio, la ermita nos vigila desde lo alto, y abajo, en la pradera, bordeando el camino, parece que todavía nos llegan el olor de las chuletas y los ecos de la música de la última romería.
Un nuevo hito del Camino de Santo Domingo, el número 31, nos recuerda que la ermita fue eregida en el siglo XVII, presentando un formato popular. Ha tenido que ser reparada en numerosas ocasiones, habiéndose sustituido a finales del siglo XX por completo el tejado y rematado su campanario por una cruz.
A sus pies, emprendemos la vuelta al pueblo. Volvemos a atravesar el Gromejón por el puente de San Antonio, de tres ojos. Su traza actual es medieval y a lo largo de su historia tuvo que sufrir, al igual que el de San Pedro, diversas reparaciones. En la segunda mitad del siglo XX se le añadió una viga de cemento para ampliarlo y reforzarlo y permitir así el paso de vehículos agrícolas.
El camino se hace ligeramente cuesta arriba, la llamada Cuesta de los Pollos es la primera que subimos, luego nos encontramos un tramo llano, Los Arenales, donde en una finca de al lado del camino se colocó hace bastante tiempo un contenedor pintado de blanco, que ha ido creciendo y en la actualidad son tres pintados de azul, lo que no deja de ser una nota curiosa en el paisaje.
Otra cuesta nos encamina ya de vuelta al pueblo, entramos en él por la colonia de chalets del Puente Seco y la zona de peñas, denominada popularmente Las Malvinas, ya que coincidió su acondicionamiento con la guerra de ese nombre. Por las traseras del Castillo, en otro tiempo eras de San Sebastián. podemos apreciar cómo creció el pueblo por ese lado.
El Castillo, con sus todavía historias de cuevas que excavaron los moros y pasadizos secretos que llegaban hasta el río nos sirve de compañía en el último tramo de nuestro paseo.
Bibliografía sobre el monasterio de San Pedro
JIMENO VELA, Faustino: «El derruido monasterio de San Pedro de Gumiel de Hizán, sepulcro del venerable Velázquez promotor de la Orden de Calatrava», Hogar y Pueblo, Burgo de Osma, núm. 756, 24 de enero de 1931.
LAVIGNE, Germond de: Itinéraire de l’Espagne et du Portugal. Paris, 1880.
ONTORIA OQUILLAS, Pedro: «El Concilio de Aranda. Aportaciones para su historia externa», Boletín de la Institución Fernán González, n.º 187 (Burgos, 1976/2) pp. 999-1046.
ONTORIA OQUILLAS, Pedro: «Huellas memorables del Monasterio de San Pedro de Gumiel», Biblioteca, 29-30.
PALACIOS, Francisco: «Abaciologio del monasterio de San Pedro de Gumiel de Izán», Boletín de la Institución Fernán González n.º 172 (Burgos 1969).
PELÁEZ, Antonio G.: Cuna y abolengo de Santo Domingo de Guzmán. Estudio histórico de Caleruega. Madrid, 1917.
PÉREZ GONZÁLEZ, Carlos: El Concilio de Aranda (1473). Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Segovia 2007.
SÁNCHEZ RIVERA, José Ignacio: Los puentes de la Ribera Burgalesa. Excm. Diputación Provincial de Burgos, 2010, pp. 55-57.
Pedro Ontoria Oquillas y María del Carmen Ugarte García
Septiembre de 2019
Los textos publicados pertenecen a sus autores bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. En ningún caso Gomelia se hace cargo de las opiniones vertidas en ellos.
Muy interesante y muy bien documentado…Un trabajo en el que se nota el cariño a la tierra.Gracias por hacernos conocer tantos detalles
A Pedro Ontoria. Mi nuera Maitane Ontoria es hija de Ricardo Ontoria Molero, ya fallecido, nacido en 1941 en Gumiel de Izán, hijo de Venancio Ontoria Hervás. ¿Es pariente de usted? ¿Conoce usted la genealogía de estos Ontoria?
Antonio Castejón. Email puxaeuskadi@gmail.com
Algorta, Bizkaia.
Lamentamos no poder ayudarlo directamente, pero nuestro colaborador Pedro Ontoria murió el pasado julio.
No obstante, transmitimos su inquietud al grupo de Facebook de Gumiel de Izán por si pudieran ayudarlo.