Gumiel de Izán en «Legados»
Nuestra colaboradora María del Carmen Ugarte nos envía su reseña sobre la participación de Gumiel de Izán en la exposición «Legados» de Peñaranda de Duero.
A la exposición «Legados» la han calificado algunos medios como «miniedades del hombre». Quizá sea un poco exagerado, pero sin duda merece la pena ver muy de cerca unas pocas obras de arte, que, normalmente, quedan fuera de nuestro alcance, pues aunque estén en nuestras iglesias, no siempre están a la altura de nuestros ojos. Poder contemplarlas frente a frente, a corta distancia, es un lujo que hay que aprovechar.
Contexto histórico de «Legados»
El final de la Edad Media y el paso al Renacimiento es un periodo de gran importancia para la comarca de la Ribera del Duero. Por un lado, Aranda fue fiel partidaria de la reina Isabel en su luchas por la sucesión al trono de Castilla; por otro, importantes familias señoriales —los Zúñiga y Avellaneda, Sandoval y Rojas, de la Cueva, Tellez-Girón…— promovieron la realización de grandes obras, tanto religiosas como civiles, dejando en la comarca un importante legado material.
La exposición nos trae algunas muestras significativas del patrimonio artístico de este periodo, con piezas procedentes de Aranda, Roa, Gumiel de Izán, Baños de Valdearados, La Vid, Arauzo de Miel… Un total de treinta piezas entre cuadros, esculturas, orfebrería religiosa y libros.
Gumiel de Izán participa con tres piezas.
Gumiel de Izán en «Legados»
Tres son las piezas, pertenecientes al Museo Gomellano, que podemos ver expuestas en la exposición, las tres en la sala de la planta baja.
La primera es el Apostolado, también llamada la Ascensión, que ya estuvo expuesta en las Edades del Hombre, entre otras exposiciones, y a la que Gomelia dedicó una entrada.
La segunda es La Virgen de los ángeles músicos, igualmente expuesta en las Edades del Hombre, y a la que también dedicamos otra entrada en esta publicación.
Predela de los santos mártires
La tercera pieza expuesta es un fragmento de predela, a la que dedicaremos las líneas que siguen, y que es motivo también para la ilustración del cartel anunciador, que hemos podido ver por el pueblo, y que abre este comentario.
La predela es la parte de abajo de un altar, que suele descansar directamente sobre el banco. Su forma habitual es alargada en horizontal y suele estar formada por una serie de tablas con pinturas o relieves.
Se trata de una tabla hispano flamenca, de finales del siglo XV, que probablemente perteneció a un altar del monasterio de San Pedro de Gumiel. Forma parte de una serie y en ella están representados de izquierda a derecha, san Pablo, san Jerónimo, san Esteban protomártir y san Blas. Mide 1,30 x 0,70 m y su estado de conservación es bueno, debido a la restauración de 1964 realizada por el Instituto Nacional (Ontoria Oquillas, 1982).
Descripción de la tabla
Sobre un fondo dorado, propio de este tipo de pintura flamenca, destacan las figuras de los santos, presentados de medio cuerpo, de dos en dos, y acompañados de los símbolos habituales, vestidos, igualmente, con sus ropas características, y coronados por la aureola de la santidad.
El primero empezando por la izquierda es San Pablo. Va vestido con una túnica carmesí y un manto azul intenso, ambos con destacados vivos para dar a los ropajes un aire señorial. Se le representa como un hombre de mediana edad, con barba y melena larga y rizada, ojos vivaces. Lleva en la mano derecha la espada, símbolo de su martirio, y en la izquierda un libro abierto, probablemente los Evangelios.
A su lado, y mirándolo, san Jerónimo se nos presenta como eremita, en sobria vestidura blanca, que deja descubierto el pecho; barba y cabello recortados y blancos. Sostiene un pesado guijarro en la mano, símbolo de su paso por el desierto y su vida ascética. Entre medias de los dos santos, asoma la cabeza de un león. Cuenta la leyenda, que estando san Jerónimo haciendo penitencia en el desierto, vio pasar un león herido en una pata por una gran espina; acudió en su socorro, lo curo, y en pago, el león no se separó de él nunca jamás. Siempre según la misma leyenda, al morir el santo, que lo hizo a la edad de 80 años, el león se acostó sobre su tumba dejándose morir de hambre.
En la tabla de la derecha encontramos a san Esteban protomártir y san Blas.
A la izquierda, san Esteban aparece vestido con la dalmática roja de diácono, vestido habitual en la iconografía de este santo. Es un hombre joven, sin barba, que lleva un curioso tocado negro. Sujeta con la mano derecha la palma del martirio, y con la izquierda un libro, este cerrado.
Finalmente, san Blas se nos presenta revestido en toda su dignidad de obispo, con capa pluvial negra, ribeteada en dorado. La tiara es blanca y dorada, el rico báculo aparece en su derecha, y en la izquierda, en contraste, un humilde rastrillo de labrador, en recuerdo del martirio que sufrió.
Bibliografía
ONTORIA OQUILLAS, Pedro: «Notas histórico-artísticas del museo de Gumiel de Izán», Boletín de la Institución Fernán González, n.º 199 (Burgos 1982) pp. 282-284.
PERIBÁÑEZ OTERO, Jesús G.: Villas, villanos y señores en el tránsito hacia la modernidad. La Ribera del Duero burgalesa a finales de la Edad Media. Universidad de Valladolid, 2016.
María del Carmen Ugarte
Datos prácticos
Lugar: Palacio de los Condes de Miranda- Peñaranda de Duero
Julio-octubre 2021
Horario: Martes a sábado: 11-14h y 16-19h
Domingos: 11-14h
Lunes: Cerrado
Instalaciones accesibles
Entrada gratuita.