La Edad Media en Gumiel y algunos hombres destacados
En 1953, el historiador Valentín Dávila Jalón publicó en el Diario de Burgos una serie de artículos, «Retazos de la historia», dedicados a varios pueblos de la provincia. Hemos rescatado y transcrito de la hemeroteca el que dedicó a Gumiel de Izán y que fue publicado el 13 de mayo de 1953. Incluimos al final algunas notas que pueden ser de interés.
Retazos de la historia. Gumiel de Hizán
En el día se está despertando un intenso amor a las «patrias chicas», base para el amor a la grande, a nuestra inmortal España, e impele a las gentes a conocer el desarrollo de estas patrias chicas, o lugar de su origen o nacimiento.
A ayudar ese amor y llevar al conocimiento de los naturales de una de las villas de mayor población de nuestra provincia, algunas facetas de su historia, tienden estas líneas.
Me refiero a la villa de Gumiel de Hizán, nunca se ha escrito «Hizán», sino de cien años a esta parte, detalle importante para la etimología de su nombre. No se conoce su origen, pero no hay datos para extender su antigüedad a tiempo anterior al de la conquista árabe.
Sería conquistada hacia el año 912 por el conde Gonzalo Fernández, más adelante llamado de Lara, que a su vez ocupó Aranda, Aza y San Esteban de Gormaz, en avance conjunto con Gonzalo Téllez, también conde y fundador de Osma.
Sufriría las invasiones y destrozos de pequeños y grandes caudillos moros, así las de Aboldomador [Abolnomadar] Abecín, Almanzor y su hijo Abdelmelek, y se iniciaría su prosperidad ya avanzada la XI centuria cuando los castellanos lograron fijar la línea fronteriza en el río Tajo.
En el último tercio de la XI centuria, se fundó el monasterio llamado de San Pedro de Gumiel, de la Orden Militar de Calatrava y a poco vinculado en la religiosa de San Bernardo, en el que vivió y fue enterrado. Este monasterio, hoy desaparecido, ejerció grande influencia en la comarca, y en él, en Diciembre de 1473, se celebró reunión de Concilio provincial de las iglesias sufragáneas de la de Toledo, y fue dueño, por compra, de la granja llamada de Porquena; en la guerra de la Independencia hubieron de abandonarlo sus religiosos y años fue vendido por el Estado a distintos particulares.
Además del expresado monasterio, tenía Gumiel de Izán, en la dozava [sic] centuria, los llamados de San Lorenzo y de Santa Eugenia, totalmente desaparecidos.
Esta villa no estuvo nunca sometida al monasterio de San Pedro de Gumiel, como un conferenciante ha afirmado recientemente, sino que tuvo vida independiente y de desarrollo muy brillante, siendo capitalidad de un extenso territorio, que comprendía las parroquias y aldeas de Tremello, ya despoblado en 1492; Revilla, que en 1521 tenía 14 vecinos; Quintanilla de los Caballeros, Tobilla de Baños, Torrecilla, Villanueva, que en 1521 contaba 54 vecinos; Rebeche, que en la misma fecha era habitada por siete vecinos y Villalvilla, que contaba 26, siendo Gumiel, en esa fecha, un núcleo urbano integrado de 653 vecinos, es decir, mayor que el actual.
En aquellas remotas centurias, su importancia es no inferior a la de Aranda, siendo incluso su término más extenso, de muchos pastos y mayor población como protegido de muchas fortalezas y torres vigías, por lo que daba cobijo a muchos monasterios y muchas parroquias; su principal núcleo urbano estaba rodeado de murallas de cónicos torreones, y castillo, y era guarnecida de número crecido de armas que, normalmente, se mantuvieron fieles a los Reyes de Castilla y les prestaron «loables servicios», todo lo cual fue base para que D. Alfonso XI concediera a Gumiel de Izán el privilegio de elevarla a «Villa Realenga», concediéndola el fuero, los privilegios, cartas, mercedes, franquezas y gracias, buenos usos y costumbres «según en la forma» que los tenía la noble ciudad de Burgos, fechándose tan señalado honor en pergamino datado en Valladolid el 28 de Noviembre de la Era 1326, y la fue respetada, hasta el año 1442, en que D. Juan II cedió su señorío a D. Diego Gómez de Sandoval, adelantado mayor de Castilla; en el año 1449 la poseía Rui González de Acitores y en 7 de Octubre de 1459 pasó a D. Pedro Girón, maestre de la Orden Militar de Calatrava, en cuyos descendientes, condes de Urueña, continuó.
Don Pedro I, llamado el Cruel y el Justiciero, la confirmó el privilegio de la villa realenga y de sus fueros, en las Cortes que celebró en Valladolid el 15 de Octubre de 1351 y le prestaron grande ayuda cuando le acogieron dentro de los muros de la población, yendo huido de la persecución de su hermano bastardo, el infante D. Enrique, y le acompañaron en la salida buen número de «gentes de armas» y el poderío guerrero de esta zona evitó que posteriormente D. Enrique, ya Rey, tomara represalias y si no la favoreció tampoco la perjudicó.
En fecha anterior a ser elevada a «Villa Realenga», era Gumiel de Izán, lugar con aldeas —ya enumeradas— y no consta perteneciera a señor alguno, antes bien parece que solo reconocía el privilegio real y ostentaba un escudo de armas de grande significación heráldica, integrado de un castillo de tres torres, dos leones rampantes y un caldero, según lo prueba un sello que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, fechado en 1304; al ser elevada a «Villa Realenga», se ignora si continuó usando ese escudo que, desde luego, hubo de olvidar al imponerla sus posteriores señores el suyo de sus linajes respectivos. Dada la importancia histórica de aquel blasón, bueno sería que el Ayuntamiento de Gumiel de Izán solicitar autorización para su uso.
No me extiendo a facilitar datos modernos y que serán conocidos de los gomellanos, si bien debo significar que conserva Gumiel de Izán un importante y cuantioso Archivo Municipal en el que se encuentra la prueba de su glorioso vivir, mientras otros municipios se han desprendido de los suyos, ignorantes de su importancia.En el centro de la población, de calles angostas, que estuvieron enguijarradas —propias de plaza fuerte medieval—, con restos de murallas, casas fuertes y blasonadas, alguna de saledizos de viguería, se levanta airosa, con magnífica portada de doble escalera, la parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, que se pretendió en la XVI centuria elevarla a «Colegiata», impidiéndolo el que se iniciara la debilidad económica del pueblo, por continuados y ocupación de sus hijos en la guerra de conquista por Europa; es ese templo uno de los mejores de la provincia burgalesa y su altar mayor —de 19 compartimentos tallados en madera policromada—, del último tercio de la XV centuria, es de los que pueden llamarse «muy magníficos altares».
Entre los hijos ilustres de Gumiel de Izán, se deben citar a D. Antonio Meléndez del Burgo, deán del Burgo de Osma, en cuya catedral costeó y dirigió la construcción de la notable capilla y sepulcro de San Pedro de Osma, finalizada en 1541; el P. M. Fray Francisco de Berganza Arce, O. S. B., ilustre historiador, que aunque nacido fuera de ella, procedía de esta villa de la que fue su padre y antepasados, y en la que radicaban sus bienes; don Antonio Ordóñez Ramírez, caballero de la Orden Militar de Calatrava y fallecido en Alemania de secretario de Embajada; don José de Aparicio Ordóñez, consejero y fiscal del Consejo Real y Supremo de Castilla, fallecido en 1766, muy sabio e ilustre, según el marqués de Alventos en la Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé de Salamanca, de la que fue catedrático, y a don Valentín Jalón Gallo, fallecido en 1918, secretario de sala de la Audiencia Territorial y magistrado de la Provincial de Burgos, que al frente del Círculo Católico de Obreros, realizó una obra social sin precedentes que continúa beneficiando a la ciudad.
Que este ligero esbozo sistemático histórico sirva a los gomellanos para el mayor amor de su pueblo, es el deseo de su autor.
Notas sobre el texto de Dávila Jalón
Se he transcrito el artículo tal como fue publicado, conservando puntuación y ortografía.
Partes de este artículo ya fueron rescatadas por Alejandro Palacios para los primeros números de la revista Nos Interesa, en una serie de artículos sobre la historia de Gumiel. Volver a la que fue «nuestra revistilla» siempre merece la pena.
Al ser un artículo periodístico, Dávila Jalón no cita fuentes, por lo que algunas de las afirmaciones que realiza pueden haber sufrido cambios a la luz de posteriores investigaciones. Invitamos a los historiadores gomellanos a abundar en la materia.
No obstante,
Sobre la grafía Hizán
La H de Hizán, que Dávila sitúa en «de cien años a esta parte», apareció en el Nomenclátor de 1892, publicado por el Instituto Geográfico y Estadístico. En él, de forma genérica, se dice que se ha corregido la ortografía de algunos lugares, sin dar mayores explicaciones. Se presuponen razones etimológicas, en la mayor parte de los casos, pero no parece que sea esa la razón para el cambio.
Conviene advertir que la ortografía en español no empezó a fijarse hasta mediados del siglo XIX, cuando la Real Academia Española comenzó a fijar criterios. En cualquier caso, debe tenerse en cuenta, asimismo, que los nombres propios siguen sus propias reglas primando la costumbre en muchos casos.
Dávila Jalón apoyó el volver a escribir Izán, cuando el Ayuntamiento de Gumiel inició las consultas en los años 80 y 90 del siglo pasado.
La eliminación de la H fue aprobada en pleno por el Ayuntamiento de Gumiel en 1997. El cambio oficial se produjo a raíz de ser aprobado mediante decreto 122/1999 publicado en el B. O. E. el 17 de junio de 1999.
Sobre los nombres de los caudillos árabes
Aboldomador Abecín es Abolnomadar Abecín, un caudillo árabe, que en sus correrías asoló buena parte de estas tierras y del que se hacen eco los historiadores del siglo XVIII, Francisco de Berganza y Juan Loperráez.