Don Poli, médico rural
Gomelia se suma con esta semblanza al merecido homenaje a don Apolinar Muriel Gallo, don Poli, médico rural de Gumiel de Izán durante casi 40 años.
Apolinar Muriel Gallo, conocido en el pueblo como don Poli, nació en el vecino Gumiel de Mercado el 12 de septiembre de 1910.
Hijo de labradores, su familia quiso que realizara estudios y, no sin sacrificios, estudió Medicina en Valladolid. Era su deseo especializarse en obstetricia, pero la vida y las circunstancias mandan, por lo que pasó a ejercer inmediatamente como médico rural en un pueblo de los Picos de Europa, Posada de Valdeón.
De vuelta a Castilla, encontró plaza muy cerca de su pueblo natal, pues estuvo de médico en Bahabón. Su primer contacto con Gumiel fue para hacer la sustitución de un amigo, de don Martín, y poco tiempo después se hizo cargo de la titular, donde se jubilaría casi 40 años después.
Probablemente la mayoría de nosotros, de los que le hemos conocido en ejercicio, le recordemos con la consulta y vivienda en la bonita casa de La Tina, hoy casa rural, pero hemos de saber que antes de que se edificara esa vivienda con todas las comodidades, agua corriente incluida, don Poli pasó por otras casas. Vivió en Los Mesones, vivienda que tuvo que dejar por un incendio, y más tarde residió en la calle Real, en la casa de doña Piedad.
En aquellos años, ejercer la profesión de médico, y más de médico rural, no tenía nada que ver con lo que hoy conocemos. El médico no tenía horarios, ejercía las 24 horas, es decir, siempre que se le necesitaba. Tampoco se cogían vacaciones y las ausencias eran por motivos muy justificados y normalmente profesionales.
El médico rural conocía todas y cada una de las circunstancias de los vecinos, sus pacientes, sus problemas, sus debilidades y sus puntos fuertes, no todos ellos relacionados con el ámbito de la medicina. De don Poli, que asistía también a las mujeres en los partos, era famosa su campechanía y sus tacos, que no escatimaba. «¡Este coño chico, ¡la guerra que ha dado!», dicen los testigos de uno de aquellos partos difíciles cuando por fin la criatura vio la luz.
Durante el sencillo homenaje que se le hizo el día 7 de septiembre del 2016, también se recordaron otros aspectos de su personalidad, como que era un hombre religioso sin ser beato ni mojigato, haciendo todo lo que podía por el enfermo, pero sin olvidarse de llamar al cura cuando ya la muerte rondaba y la ciencia poco podía hacer por él. De esta colaboración médico-cura, tan natural en aquellos años en que todo era mucho más cercano, don Eutimio recordó una anécdota de tenerse que volver a casa con los óleos, porque «el enfermo, llamémosle así, lo que tenía era una borrachera». ¡Cuántas borracheras más no asistiría don Poli en sus numerosos años de ejercicio!
En la entrevista que Alegría Briones le hizo en 1993 para el número 9 de Nos Interesa, don Poli, además de contar otras anécdotas, recuerda que sus distracciones eran la lectura y el paseo, y paseando por la tarde hasta Villalbilla le recordamos algunos carretera adelante para mantenerse en forma ya en su jubilación.
Su colega Ángel, el de la Titina, que mandó una emotiva carta para el homenaje. le recuerda como un hombre muy al día de los adelantos médicos, a pesar de residir en un pueblo y no contar con los medios que hoy contamos, sin embargo, las revistas científicas llegaban a Gumiel y en esos pocos días de ausencia al año, que don Poli se permitía, precisamente los empleaba en ponerse al día al reunirse con sus colegas en congresos científicos.
Don Poli, que conoció a su mujer, doña Carmen, paseando entre Gumiel de Mercado y Sotillo de la Ribera, donde doña Carmen, natural de Huerta, residía, decidió adoptar al otro Gumiel, Gumiel de Izán, no solo como su último destino profesional sino también como el lugar donde su hijo, Paco, y su nuera, Angelines, encontraron su modus vivendi. Su última morada está también en el cementerio de este pueblo, junto a tantos y tantos pacientes a los que atendió durante 38 años largos de servicios.
Don Poli falleció el 12 de diciembre del 2003 a la edad de 93 años. Había pasado más de 60 en Gumiel.
El Ayuntamiento ha decidido, con muy acertado criterio, completar el homenaje dedicándole una céntrica calle. El doctor Apolinar Muriel Gallo (1910-2003), al que bastante debemos en este pueblo, sustituirá en nuestro callejero al doctor Albiñana, al que no sé si debemos algo por aquí, o justo todo lo contrario.
Nota adicional: Le pido a Angelines una foto para incluirla en esta pequeña semblanza, y me contesta sorprendida que apenas tiene fotos de él. Tengo que contentarme con la de su boda y con una pequeña, tamaño carné, de sus últimos años. En cualquier caso, los que le conocimos recordaremos todavía durante un tiempo su silueta todavía corpulenta paseando por la carretera de Villalbilla.
María del Carmen Ugarte García