Reveche: el ábside
Continuamos la serie dedicada a la ermita de Reveche deteniéndonos en la parte más característica de su exterior, el ábside.
Una de las partes más características del arte románico son los ábsides, y normalmente más decoradas tanto en su interior como en el exterior son los ábsides, las cabeceras semicirculares.
En el caso de Reveche, el interior no podemos apreciarlo ya que está tapado por el altar mayor, pero en el exterior constituye uno de los valores en los que merece la pena detenerse.
Parcialmente oculto por la sacristía, que data del siglo XV, y que muy probablemente responde a una necesidad funcional, puede apreciarse su sencilla decoración constituida por dos columnas adosadas y cornisa de canecillos.
Parte de la columna norte queda oculta por la mencionada sacristía, pero la que queda al descubierto es esbelta, con basamento y cornisa, quedando visualmente en el centro de la parte del ábside que queda al descubierto.
Con un poco de interés puede apreciarse la decoración floral y de acantos de los capiteles que coronan las columnas.
Aunque más sencillos que los de las iglesias románicas próximas, el conjunto de canecillos no carece de interés, presentando motivos florales y figuras geométricas esculpidas; otros motvot con detalles, aunque otro tipo de motivos se nos presentan más toscamente tallados dificultando su identificación.
Los tres primeros canecillos representan una esfera sujeta por una pieza triangular, que podría recordar ligeramente las fauces de una bestia; el segundo, muy bien conservado, está formado por una flor de cuatro pétalos, de trazo sencillo; y el tercero es una ménsula completamente lisa.
El cuarto canecillo se ha perdido, probablemente de forma accidental.
Le sigue quizá uno de los más interesantes del conjunto, precisamente porque podría llenar el hueco tanto de formas humanas como de animales, habituales en estas composiciones, y porque su forma indefinida deja plena libertad a la imaginación.
De forma tosca, y en todo caso muy esquemática, el artista bien ha podido representar animales, serpientes, que se entrecruzan, o incluso las extremidades inferiores, entrecruzadas y sujetas por los brazos, de una persona.
Recordemos que la presencia de animales en estas esculturas tiene siempre una función simbólica, a la vez que las figuras humanas suelen aparecer con frecuencia en posturas eróticas, que han sido interpretadas de distintas formas a lo largo de la historia, sin que vayamos a entrar ahora en estos aspectos.
Al otro lado de la columna volvemos a las figuras geométricas, siendo la primera de ellas hiperboloide en horizontal rematada en espiral, mientras que la segunda son formas dobles cuneifomes.
Volvemos a las formas esféricas en estos dos últimos canecillos del panel central, viendo que uno de ellos aparece roto. El otro se resuelve mediante dos esferas sujetas por pequeñas formas triangulares.
El tejado de la sacristía impide la vista al otro lado de la columna, donde se aprecian distintas formas cilíndricas y esféricas formando los canecillos.
Destacamos entre ellas el barril, pieza que aparece en otros muchos conjuntos románicos, aunque usualmente acompañando a la figura humana. El barril que, según algunas interpretaciones, tiene como misión recordar los excesos que produce el consumo excesivo de vino.
Otra esfera atrapada y triple cilindro completan el conjunto de los otros dos canecillos visibles.
Referencias
Enciclopedia del románico en Castilla y León (2009). Volumen 14. Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico.
VALLE BARREDA, César (2009): Todo el románico. Burgos. Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico.
Texto y fotografías de María del Carmen Ugarte García
muy interesante! gracias por el artículo!
Enhorabuena por la hermosa y pedagógica descripción que nos hace M.C. Ugarte García y gracias por las artísticas fotos de Javier que deleitan nuestros ojos.